Hoy ha venido a mi memoria, toda esa generación de mujeres, que creen que para poder tener un cuerpo «estandarizado» y «aceptado socialmente», tienen que recurrir a «polvos mágicos», y lo peor de todo es que creen que sin ellos, la alimentación y el ejercicio, no funcionan. Disculpadme pero… «el mundo se va a la mierda».
Os pongo en situación, hace unos días, una persona se puso en contacto conmigo para ayudarle a bajar de peso, hasta ahí todo normal, el kit de cuestión vino cuando me pregunto que cuales eran los productos que acompañaban al plan de alimentación.
Siendo sincera, ya me lo esperaba, aunque nunca deja de sorprenderme, que hayamos normalizado hasta límites increíbles, la necesidad de «ayudar» a nuestra alimentación y deporte, para poder conseguir unos resultados óptimos para nuestra salud.
Las personas que han montado estas compañías, saben muy bien, a quien «vender la moto». Y tengo que reconocer, que no se lo montan nada mal. Porque si no, no me explico cómo hemos podido llegar a que manden a hacer prácticas a profesionales de la nutrición, a estos centros, que lo único que quieren es vender estos productos, sin ningún tipo de escrúpulos, se los venden a personas con diabetes, hipotiroidismos o problemas cardiovasculares, y no os creáis que les tiembla la voz al decirles, que «dejen lo que les ha recomendado el médico y lo sustituyan por sus productos», no tienen ningún tipo de escrúpulo.
Menos mal, que las nuevas generaciones, se están dando cuenta de que la educación alimentaria es mucho más que tener un cuerpo socialmente aceptado. Aunque nos queda mucho por aprender.
Tanto que se presume de que tenemos una educación envidiable, y que los sanitarios españoles, «se nos rifan» fuera de nuestras fronteras, pues no sé yo que decirte, si nos mandan a este tipo de lugares a prepararnos para el mundo laboral.
¿Habéis tenido alguna mala experiencia con este tipo de empresas?
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