Tras recibir un diagnóstico de diabetes, no solo hay que tener en cuenta la salud física. También hay que prestar atención a la gestión emocional de lo que supone asumir una enfermedad crónica.
La diabetes es una enfermedad crónica que, una vez que aparece, permanece a tu lado durante toda tu vida. Pero, por fortuna, se puede convivir con ella sin ningún inconveniente, si nos adherimos al tratamiento en la diabetes, contamos con la ayuda de los demás y, sobre todo, con el apoyo emocional necesario para asumir esta nueva condición.
A pesar de ser una patología crónica, la diabetes permite a los pacientes llevar una vida por completo normal. Y, aunque al principio el diagnóstico supone un choque para las personas que lo padecen y para todo su entorno, en realidad sus rutinas apenas cambian, si es que ya mantenían un estilo de vida saludable. Pero no solo hay que tener en cuenta la salud física: otra parte importante de la diabetes es la gestión emocional de la misma.
«Tienes diabetes»: el ‘shock’ inicial
El primer paso para hacerle frente a la diabetes es reconocer y asumir la nueva condición. A muchas personas les cuesta darlo, y resulta que es, sin duda, el más importante para poder seguir llevando una vida sin complicaciones. Es el paso más sencillo, pero también puede ser el más complicado por la fortaleza mental que requiere. Por eso en este momento, en el del debut, la ayuda de los psicólogos se torna imprescindible.
Al principio, tras el diagnóstico, la negación por parte del paciente se ve reflejada en conductas que afectan a su salud, tales como no ser adherentes al tratamiento.
Esto no hace más que demostrar que, ante todo cambio en la vida, se necesita un tiempo de adaptación. Así como por ejemplo nos enfrentamos al reto que nos supone ir al colegio por primera vez; o a las primeras experiencias laborales, la diabetes es uno de esos cambios que, si bien a algunos apenas les supone esfuerzo adaptarse a su nueva vida, a otros les cuesta más asumir que la padecen. De ahí que sea fundamental que, una vez que la patología sea diagnosticada, cada uno se tome el tiempo necesario para coger de nuevo las riendas de una vida puede desarrollarse con total normalidad.
Para superar el shock emocional que puede provocar el diagnóstico de diabetes, es importante rodearse de los más allegados, quienes no dudarán en mostrar su apoyo. Además, otra herramienta clave de apoyo son las asociaciones de diabetes a las que se puede acudir y en las que se puede encontrar a otras personas que han experimentado y pasado por las misma situación.
Los siguientes pasos.
El siguiente paso, clave para contar con cantidad y calidad de vida, es contar con educación diabetológica individualizada, donde la alimentación y el deporte son pilares básicos. Y es que, cuidar de la alimentación y del nivel de actividad física permitirán llevar un buen control glucémico y, por tanto, mantener la adherencia del tratamiento de diabetes.
Así las cosas, lo que está claro es que la diabetes no debe suponer una limitación a quien la padece, y que con mucho empeño por su parte y con la ayuda de los profesionales de la salud emocional y de su entorno, el camino será mucho más fácil de recorrer.
Alimentación en la diabetes.
La dieta que deben seguir las personas con diabetes ha de ser lo más variada y saludable posible, con especial atención a la composición alimenticia de cada comida y la frecuencia de las mismas. Es, por tanto, importante llevar a cabo una correcta cuantificación de los distintos tipos de nutrientes en cada comida, así como elaborar un plan nutricional que detalle las distintas comidas de cada día.
Para lograr este objetivo hay dos métodos, con diferente grado de precisión, que podrán ser utilizados según las necesidades de mayor o menor control que requiera cada persona con diabetes:
Método del plato
El método del plato sirve para controlar el tamaño de las porciones de cada grupo alimenticio en una comida principal. No requiere contar calorías ni la cuantificación exacta de las cantidades de cada macronutriente, por lo que es menos preciso que el método de recuento de carbohidratos, pero puede ser suficiente para llevar una dieta equilibrada en aquellas personas que no precisen de una exhaustiva monitorización de su alimentación.
En un plato de 15 centímetros de diámetro, la mitad deberá ser ocupada por verduras sin almidón, como lechuga, espinacas, acelgas, coliflor, brócoli, zanahorias o pimientos. La mitad del plato restante se divide, a su vez, en dos partes iguales. Un cuarto del plato será para la fuente de proteínas (carne, pescado, legumbres o huevos) y el otro cuarto restante será para los hidratos de carbono procedentes de verduras con almidón (patatas, boniatos, calabaza, guisantes, maíz, etcétera), arroz, pasta o pan. Este plato podrá ser acompañado de una pieza de fruta y un lácteo.
Recuento de carbohidratos
Contar la cantidad de hidratos de carbono que se van a ingerir ayudará de forma más eficaz a controlar la glucemia y ajustar las dosis de insulina según la ingesta realizada. Este sistema requiere saber la proporción de carbohidratos presente en cada tipo de alimento (consultando el etiquetado de los envases o guías con esta información para los productos frescos) y calcular, en consecuencia, la cantidad total de alimentos que pueden ingerirse. Cada persona necesita una cantidad diaria de carbohidratos distinta, según su edad, complexión física y nivel de actividad física.
El recuento de carbohidratos permite, además, adaptar el menú de forma más personalizada, ya que permite el intercambio de raciones equivalentes en cuanto a su contenido en hidratos de carbono. Una ración corresponde a 10 gramos de hidratos de carbono, presentes, por ejemplo, en 20 gramos de pan o en 200 ml de leche.
El cálculo de la cantidad de alimento puede hacerse de manera visual, cuando no hay otra manera de comprobar la cantidad exacta, como por ejemplo cuando se come fuera de casa, utilizando la mano u objetos de referencia para calcular el tamaño de una porción, pero es mejor pesar los ingredientes o, en su defecto, medir su volumen.
El método de recuento de hidratos de carbono sólo tiene en cuenta los alimentos que tienen una proporción significativa de estos macronutrientes en su composición, dejando libertad de consumo del resto de alimentos.
De manera independiente al método utilizado para calcular la proporción de los alimentos que formarán parte de cada comida, conviene planificar también todas las comidas del día, incluidos los tentempiés que se realicen entre horas, y repartir las distintas fuentes de nutrientes a lo largo del día y de la semana. Una dieta equilibrada consistiría de lo siguiente:
- Alimentos ricos en almidón, integrales a ser posible, como patatas, arroz, pan o pasta: de 4 a 6 porciones al día.
- Verduras y hortalizas: 2 o más porciones al día.
- Fruta fresca: 3 o más porciones al día.
- Leche y derivados lácteos: 2 o 3 porciones al día.
- Proteínas: 2 veces al día, alternando durante la semana las legumbres, la carne, el pescado y el huevo.
- Frutos secos: De 3 a 7 porciones a la semana.
- Alimentos procesados (embutido, snacks, helado, dulces, repostería, etcétera): consumo ocasional y moderado, nunca diario.