La mala alimentación es uno de los problemas más graves a los que se enfrenta nuestra sociedad. Los alimentos, que tendrían que ser una fuente de vida, se han convertido en un riesgo para la salud. Cada año, 11 millones de personas fallecen debido a una mala calidad de la alimentación.
Esto añadido a el problema de la sostenibilidad de la ganadería intensiva: la producción y el consumo de carne es uno de las grandes responsables de la crisis climática (según la FAO, el sector ganadero es el causante a nivel global del 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero).
El consumo mundial de frutas, vegetales, nueces, semillas y legumbres debería duplicarse, y el consumo de alimentos como la carne roja y el azúcar debería reducirse en más del 50%. Una dieta rica en alimentos de origen vegetal y con menos alimentos de origen animal nos daría una buena salud y beneficios ambientales.
Somos consumidores ignorantes, pagamos por enfermar y que cada vez lo hacemos a una edad más temprana.
¿Cuántas enfermedades estamos dispuestos a asumir para preservar los beneficios monetarios de la industria alimentaria? El poco tiempo que dedicamos a hacer la compra, la falta de claridad en el etiquetado de los productos y el aumento de los alimentos ultraprocesados, nos convierten en consumidores ignorantes que pagan por enfermar y que cada vez lo hacen a una edad más temprana.
Cada vez es más relevante aprender a consumir de forma inteligente, sin dejarnos engañar por la industria alimentaria y sus productos “100% naturales” o “ricos en hierro”. ¿Sabemos realmente qué añadimos a la cesta de la compra? ¿Cuánta cantidad de sal o azúcar lleva disfrazado cada producto? ¿Qué aditivos son perjudiciales para nuestra salud y cuáles son el origen de varias enfermedades?
Aquí tenéis cinco consejos que hará que hagáis una compra más inteligente:
1. Dedicar tiempo a la compra. El primer consejo y el principal es el de dedicar tiempo a hacer la compra. Leer las etiquetas y fijarnos en los ingredientes de cada producto comestible que metamos en la cesta, hará que seamos capaces de reconocer qué productos son realmente saludables y cuáles no. La legislación obliga a que el ingrediente más abundante sea el primero que aparezca en el etiquetado. Como recomendación, apuesta por los productos cuyos ingredientes te resulten fáciles de entender y evita llevar a casa nombres poco familiares como diglicéridos de ácidos grasos. Además, que no sobrepasen los tantos por cientos diarios de consumo de sal y azúcar.
Los envases no son más que un reclamo publicitario, con avales de sociedades científicas que no garantizan ni de lejos que ese producto cumpla con los estándares saludables. Debemos evitar aditivos que son perjudiciales para la salud como el glutamato monosódico (GMS), los edulcorantes artificiales, las grasas trans, o el dióxido de azufre.
2. Comprar en mercados locales. Muchos de sus productos provienen de zonas próximas y disponen de un estado óptimo de frescura y maduración. Estarás ayudando a tus vecinos y comprarás el producto a un precio inferior.
3. Invertir en frutas y verduras de temporada. Debemos resaltar la importancia de comprar frutas y verduras de temporada. La mayoría de los productos “frescos” de supermercado son importados de otros países, producidos durante todo el año en invernaderos y tratados con conservantes y aditivos para que aguanten más tiempo.
4. No pierdas de vista al envase. Comprar de manera inteligente es fijándote en el envase. Siempre será mejor comprar los alimentos que vienen en tarros de vidrio, que abusar de las conservas en lata. Buena parte de las latas metálicas están recubiertas por un componente químico llamado Bisfenol A que evita la oxidación, pero también puede provocar enfermedades cardíacas, diabetes o disfunción eréctil.
5. Menos carne. Reducir el consumo de carne, es imprescindible para mejorar la sostenibilidad, a la vez que nuestra salud. Consumir más proteína vegetal que animal nos ayudará a llevar una vida más saludable. Otro de los alimentos que no puede faltar en nuestra dieta son los vegetales, preferiblemente crudos y de color verde oscuro, y los cereales integrales.
No se trata de prohibir alimentos, si no de ir añadiendo mejores opciones a la hora de ir al supermercado. Se trata de aportar conocimiento para que el consumidor sepa lo que está comprando sin caer en los engaños del marketing de la industria de alimentos.
¿Conoces algún consejo más que le darías a nuestros lectores? No dudes en dejármelo en comentarios, así tod@s los que estamos en esta comunidad aprenderemos algo nuevo.
Cinco consejos para comprar de manera inteligente
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